Sin duda, el país enfrenta enormes desafíos para el año 2023. No sólo las consecuencias de la pandemia y de la crisis económica derivada de la guerra de Ucrania, sino también el surgimiento y agudización de complejos fenómenos sociales como son la inmigración, la inseguridad ciudadana, el crimen organizado y el narcotráfico. Se mantiene un elevado desempleo e informalidad en el empleo de mujeres, la inflación se hace sentir en todos los hogares. Se agregan el escenario de confrontación y fragmentación política en el Congreso que no atiende los problemas más sentidos por la ciudadanía. Todo ello genera condiciones de temor en la población, favorecido por una prensa centrada en difundir la delincuencia y la inseguridad, y por la presentación de la política como espectáculo. La valoración de los partidos políticos ha descendido a sus menores niveles, no superando el 4% en encuestas recientes.
A pesar de ello, el Congreso logró definir un nuevo itinerario constitucional y avanza en la conformación de los órganos de su responsabilidad. Sin embargo, la arquitectura del proceso constitucional, más allá de la conformación paritaria de los distintos órganos definidos, excluye a los actores y movimientos sociales y carece de mecanismos explícitos de participación ciudadana. Distintas voces cuestionan la legitimidad del proceso por su déficit ciudadano, dudan de la posibilidad de contar con un Consejo Constitucional representativo, no capturado por los partidos políticos, en elecciones en que puede reproducirse el binominalismo con ausencia de sectores independientes.
Estos desafíos se amplifican para las organizaciones feministas. Respecto de la nueva Constitución, ¿será posible que se ponga en el centro la igualdad y la no discriminación, así como la sustentabilidad de la vida?, ¿que se reconozca el trabajo no remunerado y de cuidados?, ¿que se garantice una vida libre de violencia? ¿que se establezca los derechos sexuales y reproductivos? Están en el horizonte y en la memoria los importantes logros del texto rechazado, pero les interesa aprender de los errores o dificultades que impidieron su aprobación, reconociendo que el escenario es aún más difícil.
Al mismo tiempo, las organizaciones se preguntan por la agenda del gobierno y del Congreso para transformar las condiciones que producen y reproducen las desigualdades y discriminaciones que viven las mujeres y las diversidades y disidencias sexo-genéricas. Asumen tanto un rol de colaboración y participan en distintas instancias, pero también de control ciudadano frente a las transformaciones comprometidas.
Como Observatorio de Género y Equidad, reponemos la memoria de las feministas en el proceso constituyente de 2021-2022 y recogemos las voces de algunas de sus líderes frente a los desafíos de 2023.
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